Berrita
La familia Berritta lleva varias generaciones cultivando vides y olivos. Actualmente disponemos de una superficie de unas diez hectáreas plantadas de viñedo, a las que se suman otras tres hectáreas dedicadas al olivar, cuyo producto se destina al consumo familiar.
El terreno está ubicado en el campo de Dorgali, en el sugerente valle de Oddoene. El valle, gracias a los numerosos cultivos, fue el símbolo del renacimiento económico tras la Segunda Guerra Mundial. Se encuentra no lejos del mar y los suelos son ricos en granito desintegrado mezclado con piedra caliza. Además, el microclima le da un carácter inconfundible a la zona, que se adapta perfectamente al cultivo de la vid.
Las vides se componen de 75 por ciento de Cannonau. Esta variedad encuentra su hábitat clásico y natural en los valles de Dorgali. Además del vino tradicional sardo y mediterráneo, cultivamos Syrah: esta variedad se vinifica tanto sola como en mezcla con Cannonau.
A partir de la añada 2020 también producimos Vermentino, el príncipe entre los blancos de Cerdeña. Luego está la Panzale: es una rara variedad de uva blanca autóctona. Este tipo, originalmente destinado al consumo como uva de mesa, fue redescubierto sin embargo gracias a una brillante intuición de Antonio Berritta, vigneron y fundador de nuestra bodega.
Antonio Berritta, a partir de los años ochenta, inició un largo y cuidadoso trabajo de recuperación y selección de esta planta, con el objetivo de transformar sus frutos en un vino de sabor inconfundible. El Panzale, embotellado desde 2005, desprende un enorme frescor, sabor y notas de almendra.
Nuestras viñas siempre han sido criadas con métodos tradicionales y técnicas agronómicas orientadas a la producción ecológica, respetuosa con las propias plantas, con el medio ambiente y el suelo y también con las tradiciones. La certificación orgánica está presente en la etiqueta a partir de la cosecha 2019.
Los vinos que se producen actualmente son nueve y la producción actual de vinos es de unas 30 mil botellas. El objetivo constante de la bodega es aprovechar todo el potencial de los viñedos, que suman unas veinte hectáreas.